martes, 20 de abril de 2010

Cuatro veinte. Ya es tiempo.


Vancouver, 4/20 @ 4:20, 2009. photo by: @metalljac


Para muchos hoy es un día que puede pasar completamente desapercibido. Para otros tantos será un momento peculiar para recordar al atróz criminal y tirano Adolf Hitler, ya que casualmente nació un 20 de abril de 1889. Sin embargo para muchísimos más está es una fecha que ha a cobrado un insual significado entre la nuevas generaciones, principlamente en regiones de norteamérica como lo son Estados Unidos y Canadá, pero en tiempos más recientes en una escala global. Me estoy refiriendo al día mundial de promoción y uso del cannabis, coloquialmente conocido en México, como, el día internacional de la mota, o simplemente como lo llaman en Estados Unidos: ‘420’ (sin mayor profundiad que por ser la fecha en que se conmemora anualmente y la posibilidad de que exista alguna leyenda urbana oculta detrás de esta cifra).

Hace unos años tuve la oportunidad de vivir el 20 de abril en la ciudad de Vancouver en la Columbia Británica, Canadá mientras trabajaba por unos meses en una cafetería local. Esta es una ciudad con una serie de valores y percepciones sobre los problemas de la sociedad muy distintos a los que percibido a lo largo de los años en mi ciudad natal: el DF. Sin duda alguna fue una experiencia, que aunque me tocó observar de lejos, marco un antes y un después bastante dramático en cuanto mi visión sobre el uso y legalización de la planta conocida como cáñamo.

Fue un día en que la ciudad se transformó para dar paso a cientos de individuos que se dieron cita en el downtown de Vancouver justo en frente de la galería de arte, a plena luz del día (de manera deliberada el evento comenzó a las 16 horas con 20 minutos), simplemente a congregarse, para concientizar, difundir información y claro a final de cuentas fumar la famosa marihuana. La policía, completamente tolerante al tema, simplemente observaba desde el otro lado de la banqueta a la mirada de algunos incrédulos turistas que no daban crédito que de la noche a la mañana la ciudad se hubiera convertido en Amsterdam, lugar famoso por haber decriminalizado el uso de la hierba desde los años setentas, al considerarlo más un problema de salud pública que un delito federal. El día transcurrió de maner completamente pacífica y no se reportó más que un sólo incidente: se trató de una persona que llegó al lugar increiblemente ebrio y pretendió incomodar a más de un asistente. Las autoridades reportaron un saldo blanco y la gente regresó a sus casas de forma pacífica y ordenada. Al día siguiente, todo volvió a la normalidad y la sustancia volvió a ser ilegal como es considerada en casi el resto del planeta, incluído nuestro país.

Transportándonos nuevamente al dia de hoy pude ver que esta celebración adquiere año con año mayor fuerza entre los jóvenes, y ahora más que nunca con el apoyo de las redes sociales, se ha vuelto un evento anual a nivel global que sirve no solamente para que los aficionados a la marihuana la consuman sin miedo a represalias por parte de las autoridades en muchas partes del mundo, sino sobre todo para hacer hincapié en la tremenda hipocresía a nivel global que encierra el hecho de que en pleno 2010 la cannabis sativa sea ilegal en la mayor parte del mundo.

Hoy se sabe, mediante investigaciónes científicas que la marihuana es una droga que no crea una dependencia física en el usuario (a diferencia por ejemplo del tábaco), ni se tiene registrado en toda la historia del ser humano, un solo caso de sobredosis de marihuana que haya conducido a la muerte, esto es simplemente imposible. Cuando revisamos los hechos por los que la planta fue hecha ilegal en un principio (y esto no tiene más de 100 años, lo cual quiere decir que en más del 90% de la historia de la humanidad fue legal) nos encontramos no con una historia basada en evidencia científica ni amplios años de investigación detrás, sino al contrario, con una historia llena de discriminación racial, intereses políticos y comerciales pero sobre todo mucha, mucha ignorancia sobre el tema.

A principios del siglo XX, el cáñamo era una de las industrías en mayor ascenso del planeta. No sólo era barato de producir, sino también increiblemente resistente, siendo utilizado no solo para hacer prendas de vestir, sino también artículos que íban desde el papel hasta bolsos y cuerdas de altísima calidad, por solo mencionar unos cuantos.

Opacando claramente a industrias como la algodonera o la maderera quienes tenían increíbles intereses en lograr que la industria decayera para poder lograr acaparar de manera total el mercado. Valiendose de su influencia en Washington, estas industrias fueron lentamente ilegalizando la planta para uso comercial en todos los estados de la unión americana para finalmente en 1937 volver su ilegalidad un tema respetado a nivel federal. La población en México, consciente de los efectos medicinales y recreativos de la planta desde tiempos milenarios, popularizó fumarla cuando comenzó la inmigración constante a los Estados Unidos. Los afroamericanos asociados con el jazz y el blues también popularizaron su uso lo que a final de cuentas generó un desprecio generalizado de los blancos hacia mexicanos y negros que la consumían, argumentando frases tan degradantemente estúpidas como que “los negros tienden a ver a los blancos a los ojos, pisar la sombra de un blanco o voltear a mirar más de una vez a las mujeres blancas cuando la consumen...”. Frases que fueron adquiriendo mayor peso con el paso de los años, provocando un odio infundado a las que consideraban ‘razas inferiores’.

Cuando se desató la euforia de movimiento hippie en los 60’s, primero en Estados Unidos y luego el mundo entero en contra de las tendencias conservadoras de los adultos de la época pero también ante el fracaso de la desatrosa guerra de Vietnam librandose en esos años, el gobierno norteamericano se dio cuenta que la marihuana jugaba un papel primordial en la concientización y profundización de pensamientos en cuanto a los cuestinoamientos que se hacían alrededor de la guerra y las decisiones gubernamentales en general, los jóvenes asociados con el hippismo. Dicho de otra manera: la gente que fumaba marihuana se cuestionaba más la acciones de su gobierno, y consecuentemente salía a las calles de forma pacífica a manifestar su descontento. El gobierno vió una amenaza generalízada con la popularidad que adquiría esta planta, así que en los años 70’s se desató la aún hoy muy vigente ‘War on Drugs’. Los estupefacientes, desde la inocente marihuana hasta la peligrosísima heroína derivada de la amapola, se convertían en los enemigos número uno del estado. El país oficialmente le declaraba la guerra a sus ciudadanos. El mundo entero no tardo en seguir, sólo paises como Holanda lograron esquivar la bala y tomar una decisión distinta que hasta la fecha mantienen, de manera orgullosa. Muy pronto las campañas de tabues y desinformación patrocinadas por gobiernos de todo el mundo se convirtieron en cosa de todos los días y la marihuana en el paquete de sustancias ilícitas que provocan el ‘caos y descontrol’ total en las personas.

Sin embargo los Estados Unidos jamás abandonaron su gusto por la marihuana y otras sustancias, de hecho su uso ha ído incrementando año con año al grado de convertirse en el país que más la consume en todo el planeta hoy en día. La guerra contra las drogas es entonces, una de las mentiras prefabricadas más grandes que se hayan logrado implementar de manera tan uniforme en el mundo entero, sobre todo con una aceptación total cuyos únicos resultados han sido el incrementar su uso año con año, y por supuesto dar infinito poder a organizaciones criminales, quien se valen de su propia ley, sin importar a como de lugar, que sus ganacias sean cada vez mayores, sin importar aún menos si los billetes de las mismas se encuentran manchadas de sangre a final del día.

Hoy en día en nuestro país estamos viviendo las consecuencias más brutales de lo que hace más de 40 años se bautizó, por el entonces presidente Richard Nixon, como la campaña que acabaría de tajo con un de los problemas más alarmantes de la sociedad. Sin embargo a tanto tiempo de haber iniciado, los daños sociales se ven por doquier (sobre todo en una sociedad como la nuestra que hoy por hoy se encuentra completamente paralizada por el miedo que infunden los criminales) y los beneficios son apenas efímeros y poco confiables. México siempre ha sido conocido por su producción y traspaso de droga a los Estados Unidos, su principal cliente. Las reglas del juego siempre habían estado claras en un estado corrupto como lo es el mexicano y una sociedad hambrienta de romper las reglas como lo es la norteamericana. La paz entre los distintos cárteles había funcionado de manera relativa y en sí se puede decir que cada quien (gobierno y narcos) hacía su chamba y no molestaba al de lado.

Todo esto vino ha cambiar desde que Félipe Calderón asumiera la presidencia en diciembre del 2006. Se transformó en el mandatario exterminador, destinado (por mandato divino quizás) a acabar con las cucarachas denominadas narcotraficantes y su distribución de estupefacientes al considerarlas el mal de aboslutamente todos los problemas que aquejan a la sociedad mexicana. Esta afirmación la hago, bajo el argumento, de que de ninguna otra manera me podría explicar la manera en que giró en la cabeza del presidente el concepto de que sería posible enfrentar al crimen organizado y barrerlo como si se tratara de una plaga bien localizada y extremedamente fácil de extinguir de manera total y definitiva. Tal vez se le olvidó pensar que el narco se encontraba imiscuido en absolutamente todos las organizaciones policiacas y militares del país. Tal vez se le olvidó meditar en que los narcos responderían con arsenal de guerra importado del mismo país a donde exportan su mercancía o tal vez simplemente nunca consideró que esta guerra estaba perdida desde antes de haber iniciado.

Hoy en día, a 3 años de haber iniciado este ataque frontal por parte del gobierno federal en contra de los cárteles de droga, la realiad es más que aparente, pero sobre todo aterradora y muy desalentadora. Los narcos han respondido de manera brutal, a las persecucciones incesantes de militares y policias, secuestrando practicamente al país entero en una lucha por mantenerse con vida. Las peleas no solo ha sido con los efectivos desplazados a las distintas ‘plazas’ sino entre bandos que alguna vez fueron alíados por la disputa de distintos territorios, que con el paso del tiempo se ha transformado en ejecuciones brutales y en cantidades exorbitantes: cada vez más crueles, cada vez más públicas, a plena luz del día, sin importar si hay civiles de por medio, niños y mujeres por igual. El asesinato, por fuego colateral o no, a inocentes se ha vuelto práctica común entre los delicuentes de este país. La cifra de más de 22,000 muertos que fue entregada hace poco a los legisladores del país no hizo más que poner a todos con la piel de gallina al saber que lo único que se ha logrado es que no solo más droga llegue a individuos inocentes sino también balas y muerte, de paso.

Ciudades como Juárez en Chihuahua, se encuentran hoy en día sumidas en una falta de Estado de Derecho, pero lo peor es que réplicas parecidas se observan en comunidades de todo el país, incluso en territorios como Morelos, donde la gente jamás creyó vivir tan de cerca las atrocidades del narco, pero con la muerte del capo Arturo Beltrán Leyva (hace unos meses en Cuernavaca, en un operativo realizado por la marina), se ha vuelto en una ‘plaza’ en constante disputa con el cartel de Sinaloa, liderado por el Chapo Guzmán (uno de los hombre más ricos del mundo según Forbes, y todo gracias a las ‘facilidades’ del gobierno), también de los más sanguinarios y poderosos del país.

La presión que ha ejercido el gobierno por tratar de decomisar la mayor cantidad de droga posible ha obligado a los cárteles a darle ‘variedad a su negocio’ incursionando de manera más seria en el secuestro y extorsión a empresariós, con el objetivo de recuperar las ganacias perdidas, derivadas de la mercancia decomisada. Aún así sus ganancias siguen siendo inimaginables ya que el consumo tanto en México como Estados Unidos, lejos de disminuir, aumenta día con día.

Regresando entonces al tema de la marihuana, resulta interesante analizar un dato proporcionado por las Naciones Unidas a mitades del año pasado: Según un reporte de 131 páginas elabaroado por la organización, México es actualmente el mayor productor de cannabis sativa en el mundo, con unas 7,400 toneladas al año, una cifra que es casi el doble de lo que se produce en Estados Unidos y el triple de lo que se tiene registrado en Canadá, ya ni siquiera es necesario mencionar paises como Holanda donde la producción parece minúscula en comparación. Las conclusiones más obvias son dos: Por un lado nos damos cuenta que de la marihuana es donde perciben los criminales sus mayores ingresos, al ser algo que se produce en cantidades infinitamente superiores a las de la cocaína, heroína y crack combinados. El margen de ganancias de la marihuana es más de la mitad del total, lo que nos da una idea de donde sacan tanto dinero para armarse hasta los dientes, para darse a la tarea de ejecutar y atemorizar a la población con su arsenal de alto calibre. La segunda conclusión que se deriva de la primera, es que la marihuana tiene una aceptación social mucho mayor que otras sustancias igual de ilícitas, se le conoce popularmente como una droga de iniciación, sin embargo esto es simple mala percepción ya que al estar dentro de un mercado negro vendiendose igual que otras sustancias mucho más peligrosas por parte de un ‘dealer’ que poco le importa la salud de su cliente, se crea un red de sustancias para ofrecer al cliente y tratar de engancharlo de por vida como puede suceder con la cocaína, aunque esta se conoce, tiene un menor grado de adicción física de la que representa el mismo alcohol, droga legal que envenena y mata a millones de personas a nivel mundial cada año.

Es entonces cuando la verdadera pregunta surge de forma casi inmediata: ¿Por qué estamos dejando que el narco se enriquezca y aterrorice a nuestra sociedad con las enormes ganancias que obtiene de la marihuana?, poniendo a las fuerzas federales en una guerra que ha superado por mucho la capacidad de reacción de las mismas, sabiendo a final de cuentas que esta planta no representa problema alguno para la sociedad, que al contrario ofrece beneficios medicinales muy variados a un bajísimo costo.

Es fácil deducir que si se implementará la legalización, no sólo se le estaría cortando una enorme fuerte de ingresos al narco (debilitándolo de manera sencilla donde más les duele) sino también sería una forma única de obtener ingresos legales mediante el cobro de impuesto de igual manera que se hace con el acohol y el tabaco. La cultura de la desinformación terminaría. El acceso sería restringido, para evitar precisamente que la ‘droga’ llegara a menores, como valiente pero equivocadamente vaticinaban la publicidad del gobierno federal para argumentar su lucha. Como debe de ser, ya que dudo mucho que un ‘dealer’ pida identificacción para venderle a un menor, a diferencia de como ocurre en las ‘Coffee Shops’ holandesas donde es necesario acreditar la mayoría de edad para poder comprar. Una nueva manera de acabar con la crimen organizado comenzaría y el terror que vive actualmente nuestro país disminuiría de manera gradual y muy siginficativa.

Nuestro presidente ha dicho que si Estados Unidos no hace nada en cuanto al tema de la legalización es inútil que México intente algo, sin embargo cada vez son más los políticos en nuestro país que están abriendo los ojos a la realidad y dándose cuenta que la lucha tiene que ser en otro frente completamente. Precisamente políticos como Santiago Creel, senador y ex secretario de gobernación, además miembro del mismo partido que nuestro mandatario, puso hace una semana el tema sobre la mesa, con el que pretende que la posible legalización de la marihuana sea discutido en un debate en el que de manera seria y profunda se discutan los distintos puntos de vista en cuanto a poder revertir la política actual en contra de esta sustancia, en vía de poder atestar un golpe certero al crimen organizado y encima retribuirle a la sociedad el poder de elegir de manera legal y libre, si quieren hacer uso de esta sustancia o no. En un país que se encuentra próximo a celebrar sus primeros 200 años de independencia me parece coherente que sea el ciudadano el que tenga derecho a elegir en plena libertad lo que quiere consumir o no.

Además resulta tremendamente irónico que en Estados Unidos, el uso para fines medicinales de la marihuana, sea legal en 14 estados de la unión, actualmente se receta para paciente luchando con enfermedades que van desde el SIDA y Cáncer hasta Glaucoma, Fibromalgia y Esclerosis múltiple. Además, en vías de convertirse en completamente legal en el estado de California al someterse a elección por parte de los votantes el próximo noviembre. Muchos aseguran ya que la votación logrará que este estado se convierta el primero en legalizar de manera total la planta, y varios anticipan que un éfecto dominó repercutirá en la nación entera, poco después. Una nueva generación de votantes, armada con hechos y fundamentos científicos ha llegado, los mismo jóvenes encargados de poner al primer afro-americano en la oficina oval de la Casa Blanca, en 2008 pasado, serán los encargados de acabar con el absurdo que representa la persecución en contra de la marihuana.

La mesa está servida, los jóvenes de todo el mundo comienzan a informarse, y hacer valer su derecho a hacerse escuchar buscando tirar los viejos tabúes y engaños fábricados hace tantos años de forma ingnorante por gobernantes ineptos. La sociedad comienza a despertar del sueño fallido denominado ‘War on Drugs’. México se encuentra sumido en un mal sueño aderezado de sangre y terror por doquier. El fracaso es evidente, ¿podrá nuestro país despertar a tiempo de esta pesadilla y encaminarse a ser una nación en donde el individuo sea verdaderamente libre? ¿O seguiremos siendo oprimidos, perseguidos y desinformados por un gobierno incapaz de ver la luz al final del camino?

Quizás el próximo año el ‘420’ tenga tintes distintos, tal vez la violencia en nuestro país no contraste de forma tan alarmante con una fiesta global como esta y no nos plantée aún más dudas, como lo hace hoy en día. Ojalá el próximo ‘420’ festejemos un cambio cada vez más cercano, distante de una realiad que sabemos cada vez más personas en todo el mundo, no nos pertence en lo absoluto.

2 comentarios:

Jassirri dijo...

Es muy ingenuo, o basado en una mala documentación, afirmar que el narco, a raíz de los decomisos del gobierno, tuvo que buscar otras fuentes de ingresos, pues estos grupos criminales se han dedicado a la piratería, secuestro, robo, tráfico de personas y armas desde que adquirieron esa 'comodidad para operar' en los tiempos en los que "el gobierno y el narco se dedicaban a hacer cada quién sy chamba".

Por otro lado, se me hace muy raro leer frases como "el gobierno, abiertamente, le declaró la guerra a sus ciudadanos" o "los que fumaban marihuana cuestionaban más las acciones de su gobierno" y por último "una nueva generación de votantes ha llegado armada con hechos fundamentos científicos". Creo que nunca hay que olvidar que la marihuana por sobre todas las cosas se consume mayormente de forma recreacional y muchas veces en exceso, tanto en los 60's como hasta la fecha.

Para si quiera discutir las despenalización de la marihuana hay que tener en cuenta la realidad antes mencionada, así como efectos económicos y políticos, pues nos guste o no, vivimos en un mundo dónde dichos aspectos no pueden dejarse de lado.

cheers.

Jp... dijo...

yeah tell that to colorado, washington and the district of motherfucking columbia!!!