domingo, 24 de mayo de 2020

El genio de RuPaul's Drag Race (o el brillante no conformismo, a dejar de creer en nosotros mismos).





Sin miedo a equivocarme, estoy bastante seguro que al menos uno de los pocos placeres ocultos que ha logrado traernos el obligatorio confinamiento a nuestras casas durante este extrañísimo y desmotivado 2020, ha sido la constante necesidad de sentirnos con derecho a ocupar nuestras mentas ansiosas y llenas de angustia, con contenidos diversos y casi infinitos, que hoy por hoy nos ofrece el entretenimiento digital del siglo XXI.

A veces pienso en que si la pandemia hubiera sido en el año 2000 y no en este 2020, ya estaríamos bastante hartos de ver los mismos cincos casetes en VHS y alucinaríamos tener que volver a ver las mismas escasa opciones una y otra vez, ad naseum. En mi caso estoy seguro ya estaría viendo Scream y Jurassic Park por quincuagésima ocasión.

No obstante, el panorama para casi todos es afortunadamente mucho más alentador y por singular suerte nos tocó estar encerrados sobreviviendo a un mortal virus global, en la era más prolífica y variada del entretenimiento audiovisual de la historia humana y esto en mi caso y quizás en el tuyo también, me ha permitido adentrarme en libros, series y películas, que quizás en cualquier otra circunstancia, no habría tenido forma de atreverme conocer, pero sobre todo apreciar y disfrutar al máximo.

Sin más preámbulos, un caso muy específico para mí estas últimas semanas fue que través de Netflix, logré descubrir de forma clara lo brillante y único que es el reality show concebido, creado y presentado por el actor, modelo, canta-autor, escritor y sultán de las Drag Queens en todo el mundo, RuPaul Andre Charles, mejor conocido simplemente como RuPaul para el resto de los aburridos mortales como yo y tal vez tú también.

Lo digo sin miedo a equivocarme: Aunque por mucho tiempo escuché sobre lo singular y atractivo de su show insignia 'RuPaul's Drag Race', jamás en el pasado me sentí interesado en investigar a fondo porque existía una la fascinación cultural con algo que distancia es más fácil juzgar como un ofensivo show para espantar mochos, panistas y abuelitos persignados, que de verdad buscar trascender de forma bastante inteligente como en realidad lo hace, no sólo dentro de los parámetros de lo que es considerado entretenido para el formato, sino mucho más allá: Inspirar a cualquiera (y de verdad digo a quien sea), a jamás quedarse satisfecho ni conforme con el desarrollo íntimo de la personalidad que nos da identidad plena en este bonito caos llamado estar vivo.

Pero sobre a lo que buscamos a veces de forma silenciosa y poco atinada proyectarnos de forma sincera ante el mundo y su a veces casi inamovible status-quo. Sin importar en lo absoluto nuestro género, preferencia sexual, color de piel o condición socioeconómica.

Si crees que ya perdí la cordura por no poder salir de mi casa en tantas semanas, créeme que estoy completamente cuerdo al otorgarle mi absoluto respeto y admiración a un show que a simple vista podría parecer no querer más que escandalizar al más conservador de los padrecitos.

Si sigues sin entender mucho, te explico brevemente la premisa: Drag Race pone a competir a diversas personalidades con total visión artística pero sobre todo muy femenina a las participantes, conocidas coloquialmente como Drag Queens: Que en realidad, no son más que hombres que dedican casi su vida completa a lograr el escapismo social de transformarse en mujeres completa y totalmente. 

Pero bueno sin ahondar en tanto detalle, el rollo aquí se trata de básicamente de que compitan entre ellas de manera individual, tras el momento en que transforman al convertirse en su su versión drags, al asumir su papel de manera total, buscando ser irreverentes, originales y divertidas, pero siempre de forma chusca y sin duda original. La serie es bastante similar en cuanto a formato y edición, pero con con curiosos excesos que son más sutiles que alarmantes, aderezando encima con un toque familiar pero sorpresivo de glamour hollywoodense.

Sin buscar detallar más ni querer entrar en terreno de spoilers, el contexto lúdico no es en sí más que un reality técnicamente bien realizado, pero que pretende y logra ir mucho más allá de eso, casi siempre con un contenido y mensaje muy inteligente, pues es a través de diversas pruebas de personalidad, estilo y talento artístico, que RuPaul decide quien es es la Draga mayor y absoluta, y quien al final de temporada tendrá el privilegio y honor de ser vista como la más autentica y admirada de todas, sobre todas por las otras ardidas que no ganaron.

Antes de creer que me llama la atención ser Drag Queen, lamento informarte que no va por ahí el asunto, no me imaginaría ni en ni el peor mal viaje de LSD, vamos si quiera usar una peluca o todavía peor: maquillarme de forma tan minuciosa y detallada mis facciones faciales. Simplemente no es algo que me llame la atención explorar de forma individual, no es lo que trato de contar aquí.

Lo que si confieso sin reparo ni pena es que al otorgarle una oportunidad (no llegue ahí solo, pues quien me recomendó verla es alguien cuyos gustos y aficiones considero espectaculares y totalmente confiables), es que logré apreciar de manera muy especial lo que busca mostrar, al empezar a entretenerme de forma, primero culpable, pero después completamente gratificante, con cada nuevo capítulo que ví de las primeras tres temporadas (creo que ya van en la 11).

Sin embargo, lo que me interesó fue un detalle muy particular y especial que necesito explicar y detallar, pues aunque el estilo y formato guarde similitudes claras con las de cualquier otro reality, es en los clásicos cortes a entrevistas con las participantes, pero en su modalidad de seres humanos comunes y corrientes (es decir, sin disfraz de mujer, sin pelucas, diamantes, tacones altos, ni glamour), lo que de verdad capturo mi interés y me dio un inesperado golpe de autoconfianza, sin buscarlo de verdad en los absoluto.

Lo que trató de explicar, es que al ver la forma tan particular en la que las entrevistas de los participantes contrastaban de forma opuesta con sus alter egos en modalidad de Drag Queen, noté un detalle muy especial que me dio a entender claramente, que es lo que hace diferente a este concurso/show de cualquier otro: Es la capacidad de lograr generar suficiente fortaleza mental para que al verlo, jamás puedas volver a tener miedo alguno a querer desarrollar y explorar constantemente quien eres y lo que quieres proyectar tanto a en tí mismo, como en todos los que te rodean en tu entorno.

Dicho de otra forma, es en los momentos cuando los participantes justifican durante las entrevistas la acciones de sus personajes glamourosos y femeninos, que uno casi inmediatamente capta como contrastan las personalidades entre el personaje de la draga y el individuo común y corriente.

Quizás piense que estoy mal y estás en todo tu derecho, quizás sea solo un detalle que a muchos les costaría trabajo aterrizar en un plano de empatía real, pero yo logré llevarlo a uno particular y confiable, el de la de ñoñez.  El cual me permitió ubicar claramente porque la necesidad de creación y desarrollo de un personaje ciertamente ficticio pero sin duda más profunda, les permite llevar a sus susodichos alter egos a un estado de confianza y absoluta realización como seres humanos plenos y felices, en mi caso me refiero aquí específicamente a los malditos y hoy tremendamente populares súper héroes de los cómics, el cine y la TV, que han sido muchísimas veces quienes me inspiran a creer e imaginar siempre, desde que era un chamaco con dientes de leche.

De verdad no exagero ni busco ser pretencioso cuando digo con honestidad que es admirable, pero sobre todo muy inspirador, ver que aunque yo no comparta la afición por usar tacones y vestidos como ellas/ellos, si conecté de forma rápida con la oportunidad que la creación de un personaje alterno les da: No es algo más que la un chance de poderse volver a reinventar como seres humanos.

Sin miedo a prejuicios, estigmas o lineamientos sociales, que a veces nos carcomen la confianza y el autoestima sin darnos cuenta y nos derrotan cruelmente, antes siquiera atrevernos a intentar a vivir.

Las drag queens encontraron una forma de darle al blanco en materia filosófica y revertir sus traumas, pues es tremendamente loable que con su forma de ser al transformarse en ellas: Construyen y complementa el pedazo de personalidad que la sociedad no les permitió ser a fondo, cuando alguna vez en su pasado quizás lo quisieron y fracasaron. Pero es a través de maquillaje, botas y faldas cortas, que logran encontrar a través del show de RuPaul como medio catalizador y exponencial, lo que logra hacerlos sentir que mientras son drags plenas, tienen forma de explorar al mundo de una manera distinta y gritar a todas luces que su existencia importa, sin importar lo que opinen los demás.

Menciono el caso específico de los super héroes, pues como dije, a mi me remitió a eso de forma casi inmediata: A través de su personalidad alterna ellas logran desenmascarar quienes son por dentro y de alguna manera liberarse física y mentalmente de la negación y el miedo a querer ser más, a través del quizás sencillo pero muy valiente hecho de atreverse a crear un personaje de invención completamente propia y personal, que les logra dar esa segunda oportunidad en la vida. De por fin intentar ser todo lo que normalmente uno no puede ser por los mismos trabucos, tabúes y convenciones que a veces nos trata de hacer creer e imponer la propia sociedad.

En un ejemplo completo aterrizado a mi realidad de ñoño, no me costo trabajo relacionar las concursantes de RuPaul con un tímido y retraído Peter Parker en los cómics de Marvel. Un desesperante teto nerdo que no logra ligarse a una chava ni para salvar su propia vida, pero cuando se pone la máscara y se convierte en el sorprendente Spider-Man, (más allá de los super poderes radiactivos), alfora de forma total el otro lado de su personalidad: Se transforma por completo en un tipo elocuente, irreverente, muy care free y siempre seguro de sí mismo y lo que debe hacer para conseguir lo que quiere...

Sin ir más lejos y no profundizar de forma absoluta en la filosofía positiva de lo que para cualquier ser humano con ganas de seguir reinventándose y descubriendo que y cual es su lugar en este planeta, dicho de forma sencilla es lo que siento que sucede con las drags que concursan en RuPaul's Drag Race. Es sencillamente una oportunidad para reinventarse y enseñar otra faceta distinta de su personalidad y forma total de proyectarse ante el mundo.

Quizás la lección detrás, es que el empoderamiento genuino que les otorga transformarse en Drag Queens, es como repito, muchas veces lo que yo he encontrado en la dualidad que forman el lado de la personalidad que casi siempre mostramos y el otro más oculto, que muchas veces solo quiere salir a demostrarle al mundo de que está hecho en verdad, como sucede también con Eddy Brock cada que se convierte en Venom, valga la ñoñez de mi analogía.

No dudo  que más allá de lo divertido y chusco que puede resultar el show para cualquier audiencia, lo que más capturó mi atención es la invaluable lección de confianza y auto estima que debe dejar a cualquiera que haya dejado de creer que nunca es tarde para dejarse de reinventar, para creerse Spider-Man, para sentir que si  un RuPaul metafórico, al menos te da la oportunidad,  todos estamos siempre con derecho absoluto de seguir explorando como nos sentimos y nos respetamos, pero muy por encima: como queremos que el mundo nos perciba y reconozca como individuos únicos e irrepetibles a nuestra manera.

A lo mejor no coincidas conmigo y más bien creas que el encierro me ha hecho delirar y escribir cosas absurdas, pero gracias a este desesperanzada y casi siempre confusa cuarentena, hay de pronto pequeñas recompensas difíciles de discernir a primera vista y una de las mías, fue poder descubrir y disfrutar un programa de TV que jamás en la vida hubiera entrado en mi radar, sino hubiera sido por las circunstancias actuales que no toca vivir ahora.

La lección al final del día que dejan las Drag Queens de RuPaul para mi es bastante sencilla pero sobre todo reconfortante: No importa quien seas, de donde vengas o los miedos que a veces sientas que son el escudo que te protege de que la sociedad te lastime. Jamás es tarde para buscar terminar de desarrollarte como ser humano, pero sobre todo jamás será tarde para creer que siempre estás a tiempo y en total momento de terminar de entenderte, pero que el mundo entienda y respete quien  y como eres, porque te los debe, por que tienes derecho a sentirte feliz de que estás todavía aquí existiendo.

Hoy y ahora, son los mejores momentos para empezar a volver creer que todo es posible mientras no dejes de creer en todo lo que muchas a veces ya no es imposible volver sentir, pero pocas nos atrevemos a demostrar.

Ojalá tu también estés encontrando detalles efímeros en las cosas que hoy más que nunca nos hacen en creer en la humanidad y este futuro medio incierto para todos, aún.

Para mí fue toparme con algo que jamás creí que me daría esperanza: Un show de drag queens con atuendos provocadores y exóticos, quienes sino te inspiran al menos un poquito te prometo, lograran provocarte bastantes risas.

No es difícil descifrar porque RuPaul se sabe un genio y el mundo entero se lo ha sabido reconocer.

Y pues digo, si el se la creyó ¿por qué no te la vas a empezar a creer hoy tu también?

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