domingo, 11 de abril de 2021

Jean Luc Godard, el gran genio nonagenario.

A continuación un texto que escribí hace 10 años para el sitio EnFilme.com, conmemorando el nacimeinto de Godard, quien en diciembre próximo, llegará a los 91 años de edad. Capo de capos, el Monsieur. Enjoy!

Godard: conmemorando los 80 años del nacimiento del estandarte de la Nouvelle Vague.



Por Juan Pablo Castañeda.

Durante el tradicional ‘Governors Ball’ de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas el 14 de noviembre de este año, los miembros tenían preparado un premio honorario a manera de tributo para un genio cuyo octogésimo aniversario se celebró apenas el 3 de diciembre pasado. La estatuilla tenía inscritas las palabras: “Por la pasión. Por la confrontación. Por una nueva forma de hacer cine”. El hombre a quien homenajeaban aquella noche era el cineasta nacido en París en 1930, de nacionalidad francesa y suiza: Jean-Luc Godard. El talentoso realizador, como muchos lo anticiparon, no recogió el reconocimiento. 

Al igual que como sucedió en Cannes meses antes, el director y la obra que presentó, -"Film Socialisme": un caleidoscopio de imágenes, sonido y texto que viajan por la historia y la representaciones de las ideas, desde tiempos remotos hasta el Holocausto- fueron un tema que recogió comentarios por todo el festival. Sin embargo, el pionero de la cinematografía, brilló por su ausencia.

Probablemente Godard, se encontraba disfrutando del tranquilo ambiente en la villa de Rolle en Suiza, donde habita desde hace más de 30 años, teniendo una vida que jamás ha estado apartada del séptimo arte, pero que se ha mantenido completamente oculta de los reflectores de los medios dedicados a cubrir el escandaloso y caótico mundo del cine contemporáneo.

Hoy en día, por más recluido que el se encuentre, su manera de hacer cine sigue siendo tan experimental como la de cualquier joven de 20 años, que esté en busca de querer innovar el estilo de un narrativa audiovisual, saltándose el manual por completo, reinventando la reglas con cada nueva idea que salte a su cabeza.

Así fue también como inició la carrera del genio, estandarte de la llamada Nouvelle Vague francesa, cuya primera fase como realizador, va de 1959 a 1967. Periodo durante el cual se estableció como un prolífico cineasta, filmando 15 largometrajes en apenas 8 años, esto además sin tomar en cuenta los cuatro cortos que realizó antes de su opera prima, ni la cantidad de ellos que hizo entre las filmaciones de sus distintos proyectos, incluyendo por supuesto Le Noveau Monde que filmara para la antología de cine italiano RoGoPag en 1962, donde también participaron otros íconos del denominado movimiento neorrealista de aquel país como Roberto Rossellini y Pier Paolo Pasolini.

Pero para sus contemporáneos del nuevo cine francés, como Francois Truffaut,-quien abrió el camino con su trascendental “Les Quatre Cents Coups” para que se reconociera a una nueva generación de jóvenes hambrientos de hacer un cine distinto- Jean-Luc Godard fue siempre el irreverente. El tipo mal encarado que no podía de ninguna manera seguir las reglas. Etiquetado así desde que era chico, tuvo una niñez tranquila en una familia acomodada, y a muy temprana edad se obsesionó con el cine. 


Fue así como empezó escribiendo para diversas publicaciones como La Gazette Du Cinema y la emblemática Cahiers Du Cinéma, fundada por André Bazin. En esta gaceta cinematográfica diversos autores que después se encargarían de desarrollar la nueva ola del cine francés, llevaban a cabo críticas y discusiones sobre las diversas técnicas cinematográficas, pero también hacían alabanzas al estilo desarrollado por realizadores como Alfred Hitchcock y Howard Hawks en los Estados Unidos. 

Una vez que Godard hubo juntado los suficientes medios y favores, se emprendió a realizar el que a la postre sería su primer largometraje. Con Á Bout de Suffle quiso hacer una película que se beneficiara por completo de una flexibilidad total a la hora de filmar. La historia estaba basada en un guión de su compañero Truffaut y narraba como un ladrón de autos mataba a un policía y posteriormente intentaba convencer a una jovencita de esconderse juntos en Italia. Cuestiones como la iluminación o el uso de tripiés, dejaron de ser una preocupación para el realizador. Pero no solamente dejó a un lado los tecnicismos que la composición cinematográfica convencional le exigían,  sino que su manera de trabajar con los actores desde su primera realización fue completamente irreverente. El entonces joven cineasta descartaba por completo el guión que el mismo había adaptado del original y modificaba los diálogos y escenas en la trama conforme avanzaba la propia producción, dificultando la labor de los actores, haciendo muchas veces que el mismo director tuviera que gritarles sus líneas detrás de cámara, para que no las olvidaran. Incluso, había días en que cancelaba por completo la filmación si el director sentía que la inspiración para trabajar no era suficiente.  

Para Godard, la realización de una cinta guardaba la misma cantidad de significado que el propio estilo y contenido de la historia. Sentía que la cinta debía reflejar las condiciones bajo las cuales fue realizada y de esta manera se desarrollaba una estilo que permita al realizador acuñar una obra como algo personal. También dentro de la sala de edición se impuso un estilo nunca antes practicado, en el cual, al terminar con un corte demasiado largo del que le pedían sus productores, se decidió cortar tomas dentro de las mismas escenas, muchas veces rompiendo reglas básicas de continuidad poniendo en evidencia los convencionalismos del cine clásico como lo que siempre fueron: simples convencionalismos.

Á Bout de Souffle fue un éxito inmediato, tanto comercial como crítico. A tal grado que en su época se dijo que la película marcaba la ruptura definitiva entre lo que debía llamarse “viejo” y “nuevo” cine. Una imagen icónica se creó alrededor de este joven realizador quien al parecer estaba decidido a romper con los esquemas tradicionales, volviéndose un reconocido artista desde el principio.

Con el pasar de los años el francés iría rompiendo nuevamente las reglas y tratando de apartarse de estructuras que marcaban la pauta de lo convencional en cada nueva producción. Sin embargo para su segunda película ya contaría con la joven actriz que más tarde se convertiría en su esposa durante varios años: Anna Karina. En ella encontró a una musa con la que lentamente fue desarrollando un estilo sin igual para capturar los sentimientos y emociones encerrados en las expresiones y miradas de una mujer detrás del lente cinematográfico. Godard filmó a su entonces pareja en distintos papeles que explotaron su belleza y talento: desde la controversial Le Petit Soldat hasta la clásica Bande à part, donde somos participes de una de las más icónicas escenas de baile que el cine nos haya regalado. De hecho sería de esta última producción de donde Quentin Tarantino tomaría años después el nombre de su compañía productora “A Band Apart”, a manera de homenaje para quien considera es una de sus más grandes influencias.

En realidad, es bien conocido que uno no puede sentarse con cineastas de la talla de David Lynch, Gus van Sant, David Cronenberg o Jim Jarmush, sin que citen a Godard a los pocos minutos como una de sus mayores influencias. Su legado en los realizadores contemporáneos es tal, que el español, Pedro Almodovar ha dicho que considera a Godard “un compañero intelectual” que lo ayuda a pensar mientras está en el set.

Para profundizar sobre la vida y obra del genio francés necesitaríamos de mucho espacio: su discurso político, sus ganas de siempre querer decir las cosas a su manera, su completa influencia en las películas que se hacen hoy.  Aún así, resulta necesario sentarnos a reflexionar sobre el impacto que esta ha tenido, a lo largo de los años en el mundo del cine contemporáneo. Sin lugar a dudas, por la continuidad de sus producciones no hay que preocuparnos: ya que con todo y sus ochenta años encima, Godard es un prolífico genio que no dejará de reinventarse año con año, hasta que el último aliento de creatividad haya dejado sus pulmones.

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